En una bochornosa mañana de agosto, en una comunidad de vecinos de la Calle 24, aparece el cadáver de Ignacio Quintana, un respetable anciano de 87 años.No es una muerte casual: el cuerpo, tendido sobre un charco de sangre, es descubierto por Esperanza Prieto, amiga y vecina de la víctima. Esperanza ha trabajado muchos años en una funeraria y, al examinar el cadáver, cree probable que su amigo haya sido envenenado. La improvisada detective se enfrenta a un grave problema, la única testigo del crimen es Berta, la gata de Ignacio.En esta aparente apacible comunidad, todos tienen motivos para haberlo asesinado; quien más y quien menos esconde algún secreto. Incluso el finado es el que más tiene que callar.La pregunta que inquieta a Esperanza es: ¿quién es el asesino?En la calle 24 es un guiño a aquella canción que marcó la infancia de toda una generación:«En la calle-lle veinticua-tro-tro ha habido-do-do un asesina-to-to…»
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