¡Estaba mirando a mi jefe por el ojo de la cerradura de la ducha y me ha visto! ¡Qué vergüenza! Inmediatamente me doy a la fuga.
Pero lo peor de todo es el mensaje de voz que envío accidentalmente después, que me hace volver a pensar en ello “intensamente”.Mi nuevo trabajo como asistente personal del multimillonario Joshua Davis es una auténtica pesadilla. Siempre pasa algo malo con el apuesto playboy: estoy a punto de dejar el trabajo, pero sigo queriendo ir de viaje a Las Vegas con toda la plantilla y soltarme la melena a costa de la empresa.Tras unos cócteles en el bar del Mirage y una tonta ronda de “verdad o atrevimiento”, tengo que coger una toalla en la sauna masculina y ver a mi jefe en la ducha.No sólo tiene muy buen aspecto y bonitas proporciones, peor aún: me ha visto observando y salgo corriendo a esconderme en mi habitación.Pero la cosa no acaba ahí: en mi habitación, bajo la manta, imagino lo que podría hacerme y, sin querer, le envío un mensaje de voz. Cuando me doy cuenta, el mensaje ya tiene dos ticks azules.A la mañana siguiente, me cita para una reunión personal. A solas. En privado. En su suite. Deja claro que le ha gustado lo que ha oído y exige venganza por lo de la ducha. Aquí y ahora.Oh Dios, ¿qué se supone que debo hacer?Leer menos
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