Lucía no podía evitarlo.El deseo erra irresistible, siempre.Y su cuerpo estaba hecho para pecar.Así que pecaba, mucho y a menudo. La situación empeoró progresivamente.Todo el día pensando en lo mismo.Todo el día haciendo lo mismo.En el trabajo, en el gimnasio, en casa. Ayudando a su jefe.Recibiendo a su entrenador.Eligiendo a otro desconocido.Hasta que alguien le diera lo que quería. Y así fue.Leo, el dueño de la mazmorra.El amo.El poseedor de la noche en Nueva York. Y ahora, ella podría f*llar para él.En su mazmorra. Con otros.Y en su cama. Con él.
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